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domingo, 31 de julio de 2011

El libreto del cuerpo mariano (Anatomía de una virgen 6)

 ¿Cómo es el cuerpo de María? Es un cuerpo joven, blanco, pasivo, asexuado, maternal, jerarquizado, instrumentalizado, fragmentado, de gestos retorizados y férreamente controlado por un poder patriarcal. Un cuerpo mudo al que solo se le deja hablar al rostro y a las manos, y cuando estas se expresan es para seguir un estricto libreto.

Tlatelolco D.F. Foto Sol.A.G.E



El resto del cuerpo desaparece detrás de telas,  silencios y significados. Incluso, cuando este manto se abre, no encontramos huella de su cuerpo. Este ha desaparecido  para convertirse en la fantasmal oquedad soporte de una serie de símbolos sacros. Cuerpo escaparate. El concepto se ha comido la carne.



Arriba el rostro divino y las manos puras dialogan con la luz y el sol con los que comparten su naturaleza. Abajo los pies, tantas veces negados, emergen inéditamente,  y como miembros inferiores se enfrentan a lo bajo y a lo oscuro, a la serpiente y a la luna.  En el medio, el cuerpo no existe. Ha desaparecido entre la tensión paroxística del arriba y el abajo donde se extiende como un eje. Cuerpo mediación, cuerpo escrito, cuerpo para otros.
Ha habido un cambio fundamental entre las Inmaculadas y aquella Eva, figura pagana del relato bíblico, que podemos ver, por ejemplo, en el Paraíso de Cristóbal Villalpando, de la Catedral de Puebla http://www.cristobaldevillalpando.com.mx/adan.htm.  Allí, el cuerpo femenino, desnudo, desatado, instintivo,  pleno, deseante, completo habla cara a cara con la serpiente, en un mismo nivel. Sin embargo, ahora han caído vestidos, controles, jerarquías, mutilaciones, pero sobre todo discursos. De este  sofoco y resignificación política y corporal, nace María Inmaculada, Segunda Eva, según los teólogos contrarreformistas. La serpiente, a su vez, ha descendido de las alturas del árbol a las profundidades terrenales para ser aplastada por los órganos más bajos del cuerpo mariano: sus pies. Debajo de ellos también queda  el continente americano, que se le rinde y proclama su cuerpo como modelo. Acepta públicamente el orden de este nuevo cuerpo ejemplar político y lo asume individualmente, con todas sus consecuencias, en la carne de los fieles. 

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