El imaginario de las mujeres en Ciudad de México es fuerte y omnipresente. Desde los billetes que cambio en el aeropuerto empiezan a aparecer las figuras femeninas que los mexicanos han escogido como emblemas. Sor Juana da para un billete de 200. Frida está más alta en el mercado de los valores: es merecedora de ornar con su reconocidísima cara el billete de 500.
Recuerdo cómo en mi país, la Pola, nuestra aislada heroína independentista, pasa de mano en
mano en un billete de 10.000 devaluados pesos colombianos.
Guadalupe, Sor Juana, Frida, Malinche, desde sus vidas dispares y sus tiempos irreductibles (a no ser en los imaginarios populares) indudablemente son los grandes iconos femeninos locales. Y te saltan desde todas las esquinas y lenguajes: en los billetes, en los murales, como muñequitas en los ventorrillos de las esquinas, en las revistas como divas, estampadas en las camisetas al lado del Che y don Ramón. Y en todas las formas de objetos consumibles: vasos, vajillas, bolsos, billeteras, collares. Sin embargo, a pesar de esta aparente profusión popular, la piel culta del espacio público del DF parece ser decididamente androcéntrica.
De otras ciudades de mujeres
(Bogotá, Medellín-Colombia)
¿Qué cuerpos de mujer han decidido recordar los imaginarios de la identidad colombiana fraguados desde un ojo androcéntrico? Al igual que en México, en nuestra galería barroca hay una cargada presencia femenina por cuenta de vírgenes y mártires.
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Virgen, Medellín, foto Sol AGE |
Pero nuestro imaginario popular y nuestro discurso de Nación no está tan obsesionado con un sólo icono como sucede con la imantada imagen de Guadalupe. Hay un espacio para múltiples vírgenes que la religiosidad popular no deja de crear, todas gustan, a todas se les reza, todas son cuerpos ejemplares a los que se les ponen pedestales y a las que se les hacen altares. Las vírgenes son múltiples: la del Rosario, la Inmaculada Concepción, la del Carmen más las nuevas como la de Sabaneta y las que no dejan de aparecer) nos asaltan. No sólo en las iglesias, sino en las esquinas, las carreteras, las estampitas, los autobuses del servicio público, en los taxis, extienden majestuosamente su imperio piadoso.
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Medellín, foto: Sol AGE |
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Virgen Parque Lleras, Medellín, Foto Sol AGE |
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Virgen, Esquina de las Mujeres, Medellí, Foto Sol AGE |
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Virgen, barrio Laureles, Medellín, foto Sol AGE |
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Virgen de La Candelaria a la que está consagrada la ciudad de Medellín, en su escudo oficial en una valla callejera de la Alcaldía, foto: Sol AGE |
Así, por ejemplo, las estaciones del joven metro de Medellín -que apenas tiene un poca más de un cuarto de siglo- fueron pintadas en plenos años 80 con representaciones de sus múltiples advocaciones. Con esta acción se esperaba que la desatada violencia de aquellos años no tocara los relucientes y nuevos vagones del metro, pues si con alguien no se metían los sicarios de la época era precisamente con Santa María, extensión de su madrecita terrenal. (¡Me llamó la atención, cuando leí hace poco en en el libro "Our Lady of Controversy" acerca de la artista chicana Alma López, que en las calles de Los Ángeles donde está representada la virgen de Guadalupe también bajan los niveles de criminalidad! Virgen guardiana de los cielos y la tierra).
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Metro Medellín, foto: Sol AGE |
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Metro Medellín, Reproducción Virgen de Fernando Botero, foto: Sol AGE |
. Esta fue una decisión muy controvertida en su momento, pero que con el tiempo pareció darle la razón a quienes tuvieron la iniciativa de convertir el metro en una zona mariana oficial: en el metro, por alguna razón, nunca pasó nada. Las chicas del panteón nacional
Después de esa profusión de figuras femeninas coloniales, el ojo del período de la independencia se cierra prácticamente para el mundo femenino, eso sí con dos excepciones muy notables. La primera, sin duda, es “La Pola” heroína y nueva mártir, quien en nuestros imaginarios es una especie de santa virgen sacrificada, tanto que sus primera representaciones emulan literalmente las iconografías de las mártires. Su figura ejemplarizante, entre moral y romántica, la hizo merecedora de aparecer como la única mujer de nuestros billetes, codo a codo con todo tipo de uniformes y charreteras del panteón absolutamente masculino de los héroes.
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Virgen de Nuestra Señora de Chiquinquirá |
Martirio de Santa Catalina, Museo Colonial, Bogotá Policarpa Salavarreta, Museo Nacional de Bogotá, Anonimo
En 1910, en las inflamaciones del centenario de la independencia colombiana, el escultor Dionisio Cortés la representó en una estatua en un barrio tradicional de Bogotá, que quedaba al lado de una cervecería.
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Escultura Policarpa Salavarrieta, Dionisio Cortés, Bogotá, foto: Sol AGE |
Escultura Policarpa Salavarrieta, Dionisio Cortés, Bogotá, foto: Sol AGE
Esta casualidad le dio una segunda inmortalidad, pues desde entonces en Colombia a las cervezas se les dice “polas” y cuando usted pide una en nuestro país, sin saberlo, le está haciendo un homenaje a una mujer que murió de amor a la patria, y a su novio patriota.
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Escultura Policarpa Salavarrieta, Dionisio Cortés, Bogotá, foto: Sol AGE
Después de ella, hay un símbolo femenino y colorido en la mitad de nuestros héroes oscuros y petrificados, un símbolo algo ambiguo que sube y baja en el mercado de los valores históricos: Manuelita Sáenz, la ecuatoriana amante de Bolívar.
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Barrio La Candelaria, Bogotá, Foto: Sol AGE |
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Barrio La Candelaria, Grafitti Bolívar y Manuelita, Bogotá, Foto: Sol AGE |
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Barrio La Candelaria, Grafi Bolívar y Manuelita, Bogotá, Foto: Sol AGE |
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Barrio La Candelaria, Grafitti Manuelita Sáenz, Bogotá, Foto: Sol AGE |
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Un personaje dudoso como la Malinche a quien no se sabe si despreciar por atrevida, “marimacha”, soez, libertina y poco mujer; o admirar por que , a pesar de todo, le salvo la vida al salvador de Colombia, nuestro Dios padre de la patria, heredero de Apolo y de Cristo No se sabemos si es una Eva o una María, así como tampoco parece saberse a ciencia cierta de Malinche.
La Virgen, La Pola, Manuelita, moldes de los cuerpos coloniales y decimonónicos que continúan arraigados en la base de nuestros actuales discursos identitarios.