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jueves, 28 de julio de 2011

Cuerpo ejemplar de Mujer (Anatomía de una virgen3)




Foto: Sol.A.G.E
 
En la Contrarreforma el cuerpo dejó de ser la carcasa despreciable que fue para  la Edad Media, el obstáculo denso para llegar al cielo, la fétida cárcel del alma,  para convertirse en el terreno privilegiado y propiciatorio de su liberación. Era en el cuerpo y a través de él,  que la salvación podría lograrse. Pero eso sí,  domesticándolo, controlándolo, depurándolo con el dolor y la contención. Era volviéndolo en cada palmo una expresión del alma como ésta podía acceder al cielo. De esta ideología nos viene ese espléndido oxímoron, ese choque de contarios, que es la imagen de María en el arte virreinal: carne y espíritu, cuerpo y alma, piel y concepto, virgen y madre, ostentación y negación corporal, objeto del deseo sin deseos. El cuerpo ejemplar por excelencia.

 “Durante el barroco  se instaló en las representaciones occidentales el concepto de cuerpos ejemplares. Los jerarcas de la iglesia, entonces, escogieron ciertas “vidas santas” para convertirlas en exempla, es decir en “modelos que representaban los ideales espirituales asociados con determinadas gestualidades corporales”, según Jaime Borja[1] .
En un mundo donde había que ver para creer,  no sólo se debía ser santo y bueno, sino parecerlo a simple vista. Estos modelos corporales con su belleza, tipo racial, género y gestos codificados se imponían no sólo para la adoración sino para la emulación de los fieles. A través de la exposición de estas figuras en altares públicos y privados se persuadía a los creyentes, ya fuera a imitar una virtud o  rechazar  un vicio. Y esto sin una sola palabra. Todo se conseguía con el arrobamiento que producía a  la mirada la exposición de estos cuerpos que por la emoción convencían al espectador de seguir determinadas conductas. Cada miembro o cada gesto retórico de estos cuerpos de santos eran un dispositivo de persuasión visual”.
Texto Cuerpo de Mujer: Modelo para armar. Medellín, La Carreta, 2010 


[1] BORJA, Jaime, “El discurso visual del cuerpo barroco neogranadino” En Revista Jardín de Freud”, No 2, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2002.


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