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domingo, 8 de mayo de 2011

Mírala cuando se mira

¿Qué pasa cuando una mujer se mira en el espejo? Desde afuera, no se sabe mucho al respecto. Tal vez,  simplemente que se ve bella diría el artista Fernando Botero.




En Medellín, mi ciudad natal y en la que vivo,  en la Plaza de las esculturas al frente del Museo de Antioquia, hay una esplendorosa coqueta. Rubicunda, exuberante se tiende con sus curvas opulentas bajo el sol calcinante del mediodía.  El espectáculo de su belleza reflejada en un pequeño espejo la aturde. No le quedan ojos ni sentidos para nada ni nadie más.  Narcisa, ella se convierte en su propio objeto del deseo.



 Pero, ¿mirarse en el espejo es un acto mecánico, transparente, sin mediaciones? ¿Qué pasa cuando una mujer se mira en el espejo? ¿Quién construyó la imagen allí reflejada?  ¿Ella o alguien o algo más? ¿Se ve a sí misma con sus propios ojos o busca reconocer la imagen que se supone debe tener y ha sido fraguada afuera? Si te acercas al espejito verás que allí no hay nada. Sólo una superficie de bronce contra la que se chocan los esplendores del mediodía. Sin embargo, ella está ensimismada ante este vacío y este silencio.


Quizás no está allí para mirarse sino para que alguien la mire en la falacia de mirarse. Esto le basta al artista hombre y a su ojo patriarcal. La mujer se ve bella mirando el abismo en el que se convirtió el espejo. Es que ella no tiene la clave  de su imagen.


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