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jueves, 28 de julio de 2011

A tus pies rendidos (Anatomía de una virgen1)


El territorio americano fue conquistado siguiendo la brecha que abrieron los delicados pies de María.



A pesar de su fineza y fragilidad, ellos se mostraron fieros y potentes a la hora de aplastar serpientes emplumadas, colibrís paganos como Huitzilopochtli, dioses endemoniados como el Buziraco de los esclavos negros en la cima de La Popa en la Cartagena colombiana o indígenas ladinos que se negaban a abandonar sus imágenes sagrada. Los feroces aplastamientos pedestres  de las múltiples Inmaculadas, incluyendo a la Guadalupana, lo dejaron claro, sobre las piedras del Templo Mayor, de Cholula, en los desiertos y las selvas, en as tierras nubladas de los Andes como Chiquinquirá, pero sobre todo en la iconografía que hizo carrera.  La fuerza de la madre de Dios fue tan abarcadora y representativa de la nueva religión,  que para los indígenas de México “santamaría” era la palabra con la que denominaban a todas las nuevas deidades occidentales,  tratárase de Jesucristo o de cualquier otro santo católico como lo ha establecido Sergei Gruzinski[1]. Cortés se adentró en su delirante aventura colonizadora  enarbolando sobre pirámides y volcanes el fetiche de la imagen de “La Conquistadora”.  
http://www.flickr.com/photos/tachidin/4534893587/Con ella se atrevió a todo y de ella obtuvo todo. Los férreos y furiosos piececillos de María le abrieron las abruptas entrañas del Nuevo Mundo.  Su revoloteo etéreo barrió con todos los santuarios paganos y María habitó entre nosotros. 
  

Nuestra Señora de los Dolores. SXVIII. San Juan de Dios. Bogotá

 
Museo Virreinal. Tepozotlán.




 ¿Quién o qué era María? Seguramente no  tenemos la respuesta. Teólogos, historiadores, culturólogos  se aventuran: una apuesta en uno de los momentos más críticos de la cultura occidental cuando no sólo estaba en juego la supervivencia de la religión católica, sino la de toda civilización occidental según Bolívar Echeverría, una encarnación del dogma en un momento histórico en que las ideas se debían tocar y los fieles exigían palpar a sus divinidades, una mediación entre el  Dios abstracto y el hombre prosaico, una lanza esgrimida en las eternas disputas de poder  de las órdenes religiosas de la Contrarreforma, la aguja que enhebró las cuentas dispersas de los reinos ibéricos hasta darle la forma unificada  de un imperio...
Lactación de San Cayetano. Juna Tinoco.1685,Museo Franz Mayer


Santuario de Guadalupe. Foto: Sol.A.G.E
 
Pero,  sus cabellos, sus faldas, la determinación de su dulce rostro,  también fueron el escenario y la oportunidad para que los mundos se chocaran. Sobre su piel se dieron todos  los encuentros en una época que se caracterizó por los más bizarros y espectaculares. Así, María fue elegida como la madre para un continente huérfano al que le habían asesinado la suya, como la nueva forma después de las feroces disoluciones de la Conquista.  


[1] GRUZINSKI, Serge. La Guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner (1492-2019).México: Fondo de Cultura Económica. 2003.


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